Ya la memoria se queda debilitada, como una piel maltratada por la lluvia , y no
recupera su antigua belleza. Nada parece interesarle, y no se detiene ante
ningún deslumbramiento. Pasan los días a caballo, refulgen como pesados
animales a la carrera, y lo que queda es sólo la huella del desaliento. Ese músculo
averiado se contrae por temor, busca en el reposo una sola posibilidad, una
sola recompensa, el abrigo que hace suyo el desamparo. Sin esfuerzo, sin la
pesadumbre de la carga.
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