Estos bordes, y aristas, que deja la oscuridad -nubes desiguales viajan sin rumbo- bajo la sofocante humedad y la acedia de la
tarde, son señales, signos que se intuyen y desaparecen con la misma urgencia. Ahora cuando todo
parece concluido, y las hojas sienten temor, la necesidad de volver los pliegues
del cuerpo como si fuera un envoltura, una funda que protege y desnuda, oculta
y muestra, es una prueba más que concierne al pensamiento. Tiempo éste que
acerca el cuerpo a las postrimerías de la luz, a un feudo que diluye la carne
y la encierra en sombras.