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miércoles, 29 de junio de 2011



COMO AYER, COMO MAÑANA


Siguen en el aire, desafiantes,
inútiles, pensarán algunos.
La luz herida de la tarde
resume lo que vale el día.
Alguien los barre de su casa,
ensucian los cuerpos más jóvenes,
y a los viejos no les queda ninguno.
Daría todo lo que tengo:
mis primeros libros,
esa acuarela que pudo
haber firmado Friedrich,
una mano, por supuesto,
la izquierda,
para que alguno de ellos
no se cumpla,
aquél, por ejemplo, en el que el agua
se lleva unas hojas, y el sol
está desnudo,
y de repente regresan
las mismas aguas, y el cielo
se abre, y una voz me susurra
no mereces este sueño,
no es justo que tanta felicidad
sea tuya.
Pero esa voz no consigue
despertarme.
No estoy solo,
a mi lado, ella me dice
que no tema, ya pasó la tormenta,
y el río sigue su curso,
como ayer, como mañana.

lunes, 27 de junio de 2011

Igual que la tierra necesita su barbecho, tiempo destinado a fortalecer las entrañas, debería el cuerpo, y aquello que de él no vemos,  buscar un tiempo de sosiego, de protegido abandono, para acometer de nuevo su obligada y necesaria empresa, o no acometerla si ya lo ha dado todo. Nada peor que esos frutos enfermos que nacen sin esperanza, y que no sirven ni siquiera para alimentar a las bestias.

sábado, 25 de junio de 2011

Cinzas na manga dun vello. Esta noche no ha sido noche, el calor enmudecía el aire, y el cuerpo no se encontraba en ningún lugar, resignándose a pasar las horas de vigilia empapado, como el cuerpo de un animal que sabe que va a ser sacrificado. Los ojos se cerraban suplicando algún alivio, pero la oscuridad crecía , sin dejar un resquicio, un rincón frío en las sábanas mojadas. Así pasaron las horas, hasta que el día fue abriéndose y dejó un hueco por donde el aire entró despacio. El sueño retrasado duró poco, y sin embargo nos mostró cómo era antes la noche, y cómo éramos nosotros. Pero el sol pronto ocupó de nuevo la mañana. Entró con furia, arrepentido por habernos dado una tregua. La compasión es una virtud que no conoce. Y eso causa tristeza y dolor, no tanto por él, sino por nosotros, tan desasistidos e indefensos como esos animales cuando intuyen que ha llegado su hora .

miércoles, 22 de junio de 2011

Nada puede detener el día, pues sigue su curso dejando atrás lo que es sólo recuerdo. Miro los muros blancos, quemados por el sol. La hora marca un tiempo que ya es historia, y fiel deja sus señales. Nada permanece más allá de un instante, el que guarda el aire mientras la luz se va escondiendo. Y esta pérdida y la conciencia que tenemos de ella nos define como seres que miran el mundo sabiéndose únicos, por ese mismo hecho. Celebro con dolor este tiempo que huye, que se aleja de mi, sólo así puedo intentar la vida. Si queda algo de este instante guardo un poco de fe en el futuro.

lunes, 20 de junio de 2011

No es sólo la luz que no se agota en la tarde, incansable, la que hace las horas más lentas, y sin salida. No es sólo ella la que acompaña, como hoy, a esa sensación de límite, de lugar cerrado, donde la respiración tropieza hasta sentir ahogo. No es la ciudad,  pequeña, distraída únicamente ante el bullicio del paseo, y el alborozo de las gentes en su ir y venir, haciendo gala de su resignación, mostrando una belleza ajada, como de otro tiempo. Tampoco es el silencio que traspasa la piedra, cómplice, de tanta luz, y tanto recogimiento y abandono, y pereza. Es algo que se esconde en todo eso, y sólo aflora algunas tardes, cuando sin rumbo recorro las calles, detrás de una sombra, y esa sombra se derrumba ante lo incierto.

sábado, 18 de junio de 2011

Nosotros, aquí, tan inseguros frente a los días, creyendo que soportamos el peso del mundo cuando nos inquieta algo y conseguimos sobrellevar esa adversidad. Tan ciegos, tan equivocadamente perdidos, que no somos capaces de ver a nuestro lado la verdadera suerte de aquellos que viven atrapados, desesperados. El fuego nos quema antes de encender la llama, como quema a los cobardes. El nombre de la sombra nos da miedo, si amaga y se acerca parece que morimos. Pero hay otros que sí saben sufrir, su destino es ése, su vida ha sido siempre una caída. La dignidad es suya, como únicamente es suyo el futuro.

viernes, 17 de junio de 2011

Cada tarde, cuando el sol decae, salgo al rellano de la escalera donde me espera una vieja areca. Estuvo en la casa algunos años,  hasta que las hojas cerraban el paso y tuvimos que cambiarla de sitio. Lleva más de tres lustros con nosotros, y nos conoce bien. En este tiempo ha sufrido olvidos y penas, descuidos en el riego, en la mirada que necesita, y no reclama.  Pero ella resiste. Me sorprende su valor, su entereza. Cuando el agua pasa por sus hojas sé que lo agradece. Sus varas nuevas enfilan el aire como espadas. Me veo en ella cada tarde, encarada hacia la luz, con sus tallos nuevos, aún débiles, y las viejas hojas más necesitadas esperando que uno de nosotros se acerque, aunque sólo sea por piedad.

jueves, 16 de junio de 2011

Cuando todo parece que se cae llego hasta el mar. Allí la luz, siempre distinta, me recibe. ¿ No es un privilegio saber que está ahí ?, a pocos pasos de tu casa, y fiel a su destino. También él espera que alguien pase su mano y apague las últimas brasas. Su murmullo parece decirnos que todo acaba, que principio y fin son lo mismo. Y mirando esa fina hoja de agua adivino las horas que han de llegar, y aprendo que ni siquiera el mar está libre de sentir la furia de ayer y de mañana.



miércoles, 15 de junio de 2011

Tuvieron que ser aquellos días temerosos, sintiéndote traicionado por una mirada,  por la voz del que creías el amigo. Pero no fue un tiempo perdido si queda como rastro lo más humano, la voz que busca alejar el miedo, ocupar las sombras, dejar un grito. Viejos poetas olvidados: Virgilio Piñera, Heberto Padilla, y tú Reynaldo Arenas, endiabladamente poseído. Y pensar que ahora se cruzan en el camino los que callaron, y sus delatores, las palabras que sirven igual para el engaño que para la vida. Divina poesía que escondes a cada uno bajo tu manto, y perdonas a todos.

martes, 14 de junio de 2011

Viejas encinas que alumbráis el tiempo, no merezco miraros. Es tan limpia la luz, y tan ajena, que vuelven mis ojos, una y otra vez, sobre esas sombras que se arremolinan. Dulce quietud que todo lo embarga, mis manos cogen la mala tierra y alimentan un cuerpo. Mis pasos me llevan ahora hasta las piedras desnudas, y voy sabiendo que nadie vela en esta vigilia, que nadie protege con sus manos esta llama enferma. El viento abre  distancias, me arroja lejos, como si fuera esa cáscara pequeña que dejan los animales abandonada.

domingo, 12 de junio de 2011

Todo hombre es el guardián de algo perdido, nos dice Fina García Marruz en un poema de su libro Visitaciones. Esta mañana un cañón de luz inundaba la casa. Y esa luz se perdía sin saber porqué. Con temor bajé las persianas para protegernos. A media luz se ven las cosas más reales, los ojos se acostumbran mejor a la verdad. Pensé en los espejismos, en la fiebre que acude a los cuerpos más débiles. La vida empieza a ser la cuenta donde sólo se resta, cadía día anoto algo de lo perdido. Y ahora esta luz, qué motivo tiene para entrar así en nuestra casa, para embriagarnos de falsas esperanzas.

sábado, 11 de junio de 2011



El viaje a Lijiang tuvo que ser para el pintor posiblemente el viaje nunca imaginado, y sin embargo el más deseado. Siempre han sido los viajes una forma de reconocerse frente a lo extraño. Éste de Vida fue un alumbramiento que años después germinaría en unos lienzos que cuentan del amor y la belleza. Por eso sigo sus pasos entre la bruma que cuelga de  las montañas, en el aire detenido de los pabellones, templos milenarios con sus tejados en forma de barca, o en ese pájaro meciéndose en el agua. Rastros del amor que sigo descubriendo en los retratos de su hija, en el miedo que un padre siente cuando mira el mundo y todo son peligros. Vida condenada a permanecer en un falso equilibrio, en una estabilidad dudosa, en el azar, que trae y lleva misteriosamente. Vida en este Un cuento chino que ha sido siempre una manera de distanciarnos de lo real, una salida, un respiro.




viernes, 10 de junio de 2011

Desde hace algún tiempo vengo pensando que la escritura es una manera de prepararse para la muerte. Nacer fue un acto que otros decidieron por ti, pero ante la muerte decides tú. Tal vez la escritura sea la manera de poner algunas cosas en claro, ese hilo que ata la memoria para que algo de todo esto no se pierda. Hacen falta razones para asumir que no estarás siempre aquí, y aceptarlo. Quizás así lo que quede por vivir pueda aún vivirse.

jueves, 9 de junio de 2011

Llegan las olas hasta la vieja casa. Traen luz, también oscuridad. Una brisa alcanza a decirnos algunas cosas. Las oímos sin darnos cuenta, y tan pronto como llegan se van. El mar está tranquilo cuando anochece. Su tarea no tiene horario ni cuenta. Guarda no muy lejos de la orilla todo lo que no tenemos. En cada movimiento nos ofrece su mano , y nadie la recoge. No hay tiempo para más. Condenado a ser mar todos los días, y a ofrecernos lo que tiene. Las olas entran en la casa, reconocen el frío y el calor, aquel rincón donde la luz no llega.   

miércoles, 8 de junio de 2011

Deja el cuerpo sus manchas, y luego las oculta, como cualquier ser vivo. Somos sólo un  animal que piensa, que ha construido el lenguaje, y la música, que ha roto el vértigo y el espacio, que ha levantado mundos tan próximos donde no había nada. Ese animal que ama y hiere, que necesita cuidados, pero cierra los ojos ante la muerte que él mismo provoca. Somos un cuerpo cuyo destino es deshacerse. Y darse cuenta es no caer en el engaño.

martes, 7 de junio de 2011

No siempre es la naturaleza la que nos sorprende con sus formas imposibles. Hay una mirada que rastrea en el bosque de cemento que a veces se queda sorprendida por lo que el hombre es capaz de discurrir para hacer su vida algo más llevadera. Esta ciudad, en su extrema humildad, esconde detalles ornamentales en sus fachadas que demasiadas veces pasan desapercibidos. La simetría aboga por no dejar ningún cabo suelto, ninguna rebeldía fuera de su ley, y sin embargo hay quien burla las reglas, los mandatos, y se ríe de lo establecido. Un guiño que nos aparta de la mediocridad.


sábado, 4 de junio de 2011

Se aleja el día habiendo cumplido su destino. Siempre es justo, más justo aún que la noche. A veces imagino el tiempo de otra manera. No sé, sin tanto vértigo. O tal vez siendo capaz de volver cuando una voz lo reclame. Nunca estamos del todo satisfechos con lo que trae, jamás con lo que se lleva. Si somos capaces de medir el tiempo, por qué no medir el placer, o la ausencia.

viernes, 3 de junio de 2011

Terrible es saber que lo que hacemos, más pronto o más tarde, se irá deshaciendo, como las palabras que ayer escribí y hoy he borrado. Nada permanece mucho tiempo. Lo que ahora me parece justificado, el amor o la benevolencia, quizás no sea más que un error, un desajuste de la mirada o el pensamiento. Y sin embargo para que algo tenga alguna posibilidad de no morir debe convertirse en algo que trascienda la materia, pero materia al fin. Un sueño se agota en el instante en que abrimos los ojos o claudicamos. Por eso los sueños que resisten la embestida son los sueños que se contagian, los que no te pertenecen. La rosa cortada ha dejado de ser rosa. La palabra no busca el engaño, quiere verse en el otro. Si hay engaño sólo tú pierdes.
Desde febrero no había vuelto a ir a la casa de campo. La pinaza extendida sobre la pista de cemento se acumula ahora formando pequeños montículos, oscura por la lluvia de esta mañana, por la ausencia de los últimos meses. El cielo nublado como pocas veces se ha visto en primavera, entristece aún más la casa. Todo parece anticipar el otoño, y ni siquiera hemos entrado en la estación más larga. Los setos orgullosos muestran cubierto de hojas su esqueleto, los almendros extenuados reflejan las sombras de los días pasados, la parra sobre un techo de cañas, extremadamente delicada, avanza hacia los pinos que han dejado las viejas agujas y enseñan sus brotes. Subo los peldaños de la escalera, el agua estancada de la piscina me dice que el tiempo pasa sin piedad sobre las cosas, también sobre los hombres. Cierro los ojos y vuelven aquellas horas que nunca serán como antes. Pienso en detener el movimiento, en armar de nuevo las piezas de ese día que parecía eterno, auque sea el último.